Ruta del Barroco Andino
Cuando se habla de hacer turísmo en Cusco, lo normal es
planear y ofrecer recorridos por la ciudad, el valle sagrado y Machu Picchu. Sin embargo, este
territorio no solo fue el centro del imperio inca, sino que también resalta su
importancia en la época colonial. Testimonio de ello busca dar una reciente
propuesta turística que se espera tome cada vez más fuerza
para alargar la estadía en el histórico departamento: la Ruta del
Barroco Andino.
Muchos viajeros toman la ruta que los lleva desde Cusco al Lago
Titicaca, hacia Bolivia o el sur del Perú. (Conocido como el valle sur)
Sin embargo, no todos los visitantes saben de la existencia de
muchos lugares de interés cercanos a la ciudad del Cusco que están emplazados
en esta ruta, que se sitúan hacia el sureste de la antigua capital incaica.
La propuesta de crear un producto turístico de corte cultural
llamado “La ruta del Barroco”, se debe a la presencia de tres monumentos
patrimoniales de los siglos XVII y XVIII.
Las cualidades excepcionales de tres templos, el de la Compañía
de Jesús en Cusco, el de San Pedro
Apóstol de Andahuaylillas, de San
Juan Bautista de Huaro y la capilla
de la Virgen de la Candelaria de Canincunca, hacen posible que se ponga en
valor este recorrido para compartir con el visitante, un momento importante en
la historia de los pueblos sur andinos, no solamente a través de sus
expresiones artísticas, como son estos monumentos que muestran la riqueza del
barroco mestizo, sino de cómo, a través de los siglos, este patrimonio tiene
una lectura, de continuidad histórica e identidad del habitante de la zona,
como parte de su herencia cultural inmaterial.
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Aunque debido al colonialismo también se dio en numerosas colonias de las potencias europeas, principalmente en Latinoamérica. El arte barroco buscaba la creación de una realidad alternativa a través de la ficción y la ilusión. Esta tendencia tuvo su máxima expresión en la fiesta y la celebración lúdica; Cabe destacar que el Barroco es un concepto heterogéneo que no presentó una unidad estilística ni geográfica ni cronológicamente, sino que en su seno se encuentran diversas tendencias estilísticas, principalmente en el terreno de la pintura.
HUARO
Como
parte de esta interesante ruta cultural y manifestación de la herencia
colonial, a 41 kilómetros del Cusco y a 3.162 m.s.n.m. se ubica el distrito
Huaro, donde se encuentra frente a la plaza principal el templo San Juan
Bautista. Su restauración culminó en el 2008 y su historia se inició en la
segunda mitad del siglo XVI.
Esta
edificación tiene más de mil metros cuadrados de pintura mural, que muestra la
fusión de creencias indígenas y coloniales. Las últimas pinceladas fueron las
del pintor Tadeo Escalante en 1802, quien en su arte representa la muerte y el
juicio final. Por ejemplo, hay escenas de San Miguel peleando con el diablo
rodeado del sol, la luna y las estrellas, así como del mismo diablo golpeando
al pecador. Asimismo, al lado izquierdo de la zona del coro se ven escenas de
la vida cotidiana de la época, como un duelo, un cortejo, corrida de toros y
una cacería.
CANINCUNCA
La capilla de Canincunca advocada a la Virgen de la Candelaria,
devoción muy difundida en el sur andino, fue construida posiblemente en el 1er.
tercio del siglo XVII. Como muchas de ellas, fueron construidas por los
titulares de las encomiendas, quienes inicialmente tuvieron el encargo de la
Corona de evangelizar a los nativos en la nueva creencia. Esta función luego
estaría a cargo de las órdenes religiosas. Por su ubicación, las evidencias
arqueológicas del área de su emplazamiento, nos dan indicios de un importante
sitio prehispánico, quizás anterior a los incas, reutilizado por éstos en el
siglo XV. La actual existencia del cementerio en la ladera posterior a la
capilla, nos refiere su vínculo con sitios sagrados prehispánicos, lo que
permite deducir que su construcción en ese lugar no fue casual. El cementerio
pudo existir desde el momento de la construcción de la capilla. Actualmente
está en uso y sirve a los asentamientos aledaños.
La pintura mural existente en el coro alto que representa a los
santos Pedro y Pablo es del momento de su construcción. Los muros decorados con
murales de motivo “textil”, fueron pintados hacia finales del XVII. Son paños
verticales con cintas de pan de oro entre éstos. El zócalo está pintado con
motivos que muestran grutescos, roleos vegetales, grullas y vizcachas andinas,
característicos de los murales del barroco andino tan extendido en territorio
sur peruano.
Al no existir investigación histórica puntual sobre esta
construcción, los apuntes que se han señalado son resultado de las
observaciones sobre las evidencias tanto arqueológicas como históricas de su
entorno y de la pintura mural existente, lo que nos permite proponer en el
proyecto, su estudio histórico.
ANDAHUAYLILAS
Templo de San Pedro Apóstol, en Andahuaylillas, distrito de la
provincia de Quispicanchi que se ubica a aproximadamente 45 minutos de la
ciudad del Cusco y a 3.162 metros sobre el nivel del mar. Construido a inicios
del siglo XVII, es parte de la iniciativa del virrey Francisco
de Toledo para evangelizar a las comunidades nativas, trabajo a cargo de los
jesuitas, que recurrían para tal fin al arte.
La restauración tomó cuatro
años y costó casi un millón y medio de dólares. Fue un equipo de más de 30
personas el que trabajó para poner en valor a la denominada ‘Capilla Sixtina
andina’ por sus abundantes murales. La labor significó la recuperación de 64
esculturas, 45 lienzos y 6 retablos, pero además se encontraron una vasija
vidriada del siglo XIX, candelabros de arcilla y otros objetos.
Para entrar al templo hay que pasar unas escalinatas de piedras,
frente a la acogedora plaza, que hablan de vestigios incas. En el techo de la
nave se aprecian figuras decorativas recargadas que además tienden al estilo
árabe, mientras que en sus muros de barro se pintaron medallones de mártires,
sirenas, cornucopias con frutas y flores y se hicieron representaciones de
personas dirigiéndose al cielo y al infierno. Dos de los lienzos datan de 1626
y están firmados por el pintor criollo Luis de Riaño, mientras que el resto
pertenece a artistas de la escuela cusqueña.
Además de su imponente y
solemne altar mayor bañado en pan de oro y plata, así como dos antiguos órganos
en el coro, otro atractivo importante es la portada pentalingüe del
baptisterio, que en latín, español, quechua, aymara y el extinto puquina lleva
la inscripción: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén”